Esta noche hablaremos sobre el deber. Para algunos será un trabajo de arqueología, para otros un estigma recurrente. En primer lugar, y para tomar partido de alguna forma, el deber no es algo que cada uno pueda fabricar. Ni tampoco es muy fácil de romper. Con la sutileza de una sonrisa o con las bondades del azote, los seres humanos se identifican con su historia, presente y futuro.
Los deberes implican obligaciones, una vez que las cosas se ven así ya no tienen retorno. Por lo menos eso nos cuentan quienes perciben los límites de la normalidad. Investigaciones recientes dan cuenta de cierta tendencia natural en los espíritus raritos para buscar “quién sabe qué” en su vida. El desafío es rechazar los valores que encarna el deber general e intentar armarse algunos propios.
Esta noche hablaremos sobre el deber. Para algunos será un trabajo de arqueología, para otros un estigma recurrente. En primer lugar, y para tomar partido de alguna forma, el deber no es algo que cada uno pueda fabricar. Ni tampoco es muy fácil de romper. Con la sutileza de una sonrisa o con las bondades del azote, los seres humanos se identifican con su historia, presente y futuro.
Los deberes implican obligaciones, una vez que las cosas se ven así ya no tienen retorno. Por lo menos eso nos cuentan quienes perciben los límites de la normalidad. Investigaciones recientes dan cuenta de cierta tendencia natural en los espíritus raritos para buscar “quién sabe qué” en su vida. El desafío es rechazar los valores que encarna el deber general e intentar armarse algunos propios.