El diario La Nación sigue alimentando el costado rabioso del progresismo. Hablamos de Carlos Reymundo Roberts, un estandarte de la corriente intelectual: “soy facho y me divierte”. Una pluma inolvidable; lo llegás a leer el lunes y no terminás la semana. Predispuesto a describir realidades con el único fin de colgar en los pasacalles de ese mundo fantástico sus onomatopeyas derechosas. Su razón de ser es alertarnos sobre la inminente revolución comunista que sufriremos todos los que pagamos impuestos y no cortamos calles. Sin más, lo saludamos con la diestra y le enviamos un cariño enorme.
El diario La Nación sigue alimentando el costado rabioso del progresismo. Hablamos de Carlos Reymundo Roberts, un estandarte de la corriente intelectual: “soy facho y me divierte”. Una pluma inolvidable; lo llegás a leer el lunes y no terminás la semana. Predispuesto a describir realidades con el único fin de colgar en los pasacalles de ese mundo fantástico sus onomatopeyas derechosas. Su razón de ser es alertarnos sobre la inminente revolución comunista que sufriremos todos los que pagamos impuestos y no cortamos calles. Sin más, lo saludamos con la diestra y le enviamos un cariño enorme.