¿A qué juegan los que juegan?


La unión política entre los gobiernos de la región ya no esta en duda. Los conflictos entre Ecuador y Colombia, o los intentos desestabilizadores en Bolivia, hicieron de esa unión, el empujón fundamental para una idea que viene desde hace mucho tiempo en gestación. Todos los gobiernos comparten la visión de que su destino, entendido como proyecto político y económico, depende más que nunca de la suerte que corran los gobiernos vecinos.

Ninguno puede darse el lujo de mostrarse indiferente ante hechos desestabilizadores, provengan de afuera de la región o del interior de los países.

Sin embargo, un punto a tener en cuenta en estos juegos políticos es que los gobiernos no pueden dejar de mirar el frente interno. Todas las derechas nacionales están a la expectativa (y a veces, directamente actuando) para poner fin a esta experiencia. Por este motivo, resoluciones que por si mismas no conllevan mayor importancia deben mostrarse como grandes logros. De allí, todos los convenios que se firman cada vez que se juntan dos, o mas presidentes, y como se resaltan los beneficios económicos de dichos pactos.

Algunos países tienen mayor dificultad al comunicar estos “grandes logros”. Primero, porque ninguno de los convenios firmados individualmente aportan “grandes soluciones”. Segundo, porque su situación económica interna sigue sin representar cambios en relación al pasado. A estos dos puntos hay que agregar, que en muchos de ellos, la agenda “mediática” es manejada por la derecha. Desde los grandes medios de comunicación, hasta el sector productivo. Por lo tanto, ante un déficit de benéficos palpables en la población y con la batalla mediática perdida, algunos deben ser muchos mas cautos en sus declaraciones y expectativas. Sin duda es el caso de Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y, por otros motivos, Colombia. Ya que, ganar soberanía todavía es insustancial para las mayorías.

En estos países, la derecha gano. No solo discursivamente, que es mucho, sino también al sembrar dudas y sospechas en la unión y sobre los vecinos.

Esta claro, que la estrategia de desarrollo de Brasil hacia la región es decisiva a la hora de dar un sustento real al proceso de cambio. Y que la relación con Argentina, además de juntar a las dos economías más poderosas, esconde otro significado. Lula entiende que su país podría ser tomado fácilmente, por sus vecinos, como un reemplazo de la hegemonía de EEUU, por tal motivo, el apoyo político de la Argentina es clave. De aquí se entiende, que en las distintas crisis regionales (las dos nombradas al principio, mas la cumbre del ALCA) sea el gobierno argentino quien lleva la voz cantante. Fue Néstor Kirchner, y luego, Cristina Fernández quienes, al parecer, tomaron la iniciativa frente a los conflictos. Obviamente, Chávez y luego Correa aportaron su propia visión sobre la realidad Suramericana completando el marco ideológico de la región. De más esta decir, que en ninguna otra parte del mundo se da esta realidad.

Hoy se conoció el rechazo de Uruguay a la postulación de Néstor Kirchner a la presidencia de UNASUR. Las justificaciones son muchas y variadas, y deben tenerse en cuenta a la hora de comenzar a definir seriamente el proyecto común. Sin embargo, para comprender en su totalidad el problema es necesario analizar la situación interna de Uruguay.

El gobierno de Tabaré Vázquez continúa con la tradicional política uruguaya. Es decir, cuando cambia el signo político del gobierno, eso no representa grandes cambios en las políticas públicas. Este dato, que ha sido merecedor de elogios por parte de los grupos opositores en los países vecinos, hace de Uruguay el mayor reto de la región. Según los análisis políticos reacios a la unión, es el ejemplo indiscutido del fracaso del proyecto armado entre Brasil y Argentina. Su economía sigue sin mostrar buenos resultados, aun cuando en la visión macro las cosas parecen ir bien, tiene una tasa de crecimiento vegetativa negativa (los jóvenes no tienen posibilidades de desarrollo, ni expectativas a futuro). Es decir, la ganancia (extraordinaria) del sector agrícola tradicional no logra satisfacer las necesidades de las mayorías. Siguiendo con dichos análisis, el problema principal es que Brasil y Argentina no ocupan el rol que tuvieron, en la unión europea, Alemania y Francia (quienes aportaron recursos propios dando beneficios a las economías menores hasta que pudieran igualar su desarrollo). Por esta razón, el objetivo debería ser unirse a EEUU, que si puede representar ese rol, para lograr el desarrollo sostenido y equitativo de todos.

Esta hipótesis no toma en cuenta el resultado que hoy vemos en México, ademas, pasa por alto que la producción regional compite directamente con la producción subsidiada de EEUU. Ni hablar de cualquier intento de industrialización. Mas aun, el desarrollo de Uruguay y Paraguay esta atado, principalmente, a la dinámica que impriman sus propias políticas. De continuar con este modelo, de cambio pero sin cambio real y significativo, en el modelo de acumulación y desarrollo, ningún país (Brasil, Argentina o EEUU) podrán aportar beneficios que lleguen directamente sobre los ciudadanos.

Para finalizar y a modo de resumen, con decisiones como las del gobierno de Tabaré Vázquez solo se logra dar argumentos a los grupos de poder tradicionales de todos los países de la región. Intentando evitar conflictos internos y evitando reconocer errores propios, Uruguay esta rompiendo el núcleo principal de cualquier unión regional con posibilidad real (al menos por ahora). Es decir, liderazgo económico brasilero, junto con liderazgo político argentino. Desconocer que el MERCOSUR no puede, ni debe, seguir el camino recorrido por Europa, es desconocer la propia historia. Llena de malos resultados cuando se quisieron copiar recetas de otros lugares y trasladarlas, sin más, a estas tierras.