José Saramago

"SARAMAGO: SOY UN COMUNISTA HORMONAL: CONVERSACIONES CON JORGE HALPERIN" Le Monde
¿Y cómo se siente hoy frente al panorama que presentan las izquierdas?

Las izquierdas son campos en ruinas. Porque son muchas las crisis en el mundo, pero hay una crisis que es la más grande de todas, la crisis de ideas. No hay ideas. Quiero decir, ideas hay, hay gente que las tiene, que las expresa y todo eso. Pero lo que no hay son ideas que reúnan a la gente, y no se puede hacer nada si usted no tiene una idea donde la gente se encuentre, alrededor o compartiéndola. Entonces esto, cuando se trata de la derecha, no tiene mucha importancia, porque la derecha no necesita ideas. Pero tiene consecuencias graves para la izquierda porque la izquierda no puede vivir sin ideas. Y la verdad es que algunas de ellas se agotaron, otras quizás estén ahí esperando una resurrección, en condiciones distintas, claro.

¿Y dónde le parece que puede estar el fracaso? ¿En qué se equivocaron?

El fracaso de las izquierdas se ve en lo siguiente: la derecha, cuando por motivos de estrategia política se va al centro, es decir, hace lo que se llama una política de centro, no por eso deja de ser derecha. Y no engaña a nadie. Pero cuando la izquierda se va al centro, en nombre de una política supuestamente necesaria en un momento determinado argumentando que los tiempos no marchan hacia la radicalización – siempre hay una excusa para eso-, entonces la izquierda se va al centro, y a partir de ese momento se desmembra, pierde identidad.

¿Cómo cree que la historia juzgará a Fidel Castro?

La historia no hace juicios, los que hacen los juicios son los hombres de cada época.

¿En el futuro no se podrán lograr más certezas juzgando este presente que ya habrá concluido?

Pero ¿cómo es que el futuro puede tener más certezas? Nosotros simplemente somos un presente que alguna vez ha sido futuro ¿no? ¿Eso nos da alguna seguridad a la hora de hacer un juicio? ¡Por qué un día los juicios habrán de ser justo y definitivos? Pensemos que el futuro de 1910 ha sido 1940, o sea el facismo.

¿Es pesimista?

Yo acabaría de una vez con ese debate del pesimismo y el optimismo. A mí no me parece que tenga especial interés, porque si hay pesimistas, esos que se llaman pesimistas tienen algún motivo, y si hay optimistas también dirán que algún motivo tienen. Lo que sucede es que no se pueden poner de acuerdo sobre los motivos que uno tiene para ser pesimista y que otro tiene para ser optimista. A mí me encantan los pesimistas, porque hay motivos más que suficientes para ser pesimistas toda la vida y, diría, los pesimistas son los únicos que tienen motivos para querer cambiar el mundo, porque el mundo no está bien, por lo tanto quieren cambiarlo y mejorarlo. Los optimistas no. Ellos no hacen nada, están contentísimos. A mí me pueden decir: “Ah, pero usted tiene todos los motivos para ser optimista” Tienen razón. En el plano personal, tengo todos los motivos para ser optimista. Pero tengo uno que me amarga la vida, y que se llama mundo. Yo puedo cerrar esta casa, y aquí con mi mujer, los perros, la salud que estoy teniendo, el éxito literario, todo eso, pero bueno, me construyo aquí una isla, una especie de alambrada alrededor de mi casa y aquí no pasa nada. Pero hay que recordar que la misma alambrada que impediría al mundo entrar, me impediría salir a mí.