Editorial - Silencio


El silencio se padece o se disfruta. No vamos a dudar de todo, aunque el sujeto post moderno desconfíe por una obvia razón: su cosmovisión le dice que es el centro indiscutido del universo. Claro que el sujeto post moderno somos todos, por tanto el centro del universo es semejante a un subte en hora pico. Se preguntarán qué relación existe entre el silencio y el centro del universo rebosante de cristianos renegados (recordemos que ese lugar era de Dios); la respuesta es rápida e imprecisa: si preferimos estar en un lugar abarrotado de gente es porque algo en nuestro interior nos empuja a evitar el silencio. En general (Ud. puede ser una excepción grandilocuente) es un sueño frustrado el que patalea cuando hay silencio.

Es bueno decir que nunca hablamos de un silencio absoluto, para eso tenemos la vida eterna. Simplemente nos referimos a algunos silencios, pasemos a los ejemplos. Uno de ellos es cuando el silencio interrumpe una discusión, el famoso ojo de la tormenta; otro, tal vez más angustiante, es el silencio que llega con la soledad. Es bueno detenerse un momento en el ejemplo. Si recordásemos la última vez que estuvimos solos y en silencio, no podemos obviar la sutil conversación que mantiene una parte de nosotros con las cosas que había en la habitación. Infinidad de ruiditos, crujidos, suspiros y hasta pensamientos que parecen llegar de afuera de nuestra mente. Dicen los expertos que son las ideas que brotan del silencio. "Sucede que las cosas dejan su eterno reposo y,respirando hondo, nos cuentan sus pareceres".

El autor reniega del término "naturaleza" o "natural" para describir una actitud humana, pero en este caso no encuentra otro concepto más claro[1] (esa claridad resulta ser una metáfora sobre nuestra poca capacidad por comprendernos). Por naturaleza, el individuo está preparado para sufrir el silencio, todo en él lo lleva a pensar en lo que no está. Por algo las fiestas se definen como alboroto circunscripto. Vale recordar que el silencio se percibe a través de los sentidos y puede darse en pleno Santa Fe y Cnel. Díaz, porque la soledad depende del compromiso de la gente, que nos rodea, por nuestra suerte. Se sabe que los peatones no son tipos muy cariñosos -en el mejor de los casos, atentos- pero a veces necesitamos algo más que un "permiso", "disculpe" o "¿tiene hora?". El sujeto post moderno, después de años de terapia, dice que para disfrutar del silencio es necesario aprender una cosa, a saber: "eldolor y la felicidad se mueven a la misma velocidad." Parece física, pero quienes lo conocen saben que él se expresa así porque la gente tiene debilidad ante las verdades científicas. En realidad quiere decir que dura lo mismo. Entonces aprendida la lección, podemos disfrutar del silencio momentáneo porque nos deja espacio para reflexionar, sugerir o sobornar a Dios a cumplir nuestros sueños y deseos, etc.

Para finalizar una frase del gran Dr. Baltasar De Las Quimeras (analizando la final de chinchón entre Villa Dálmine y El Porvenir): "Si era truco ganaba el ancho". Es decir, el truco está en enfrentar al silencio y escucharlo, siempre escucharlo, no vaya a ser que el crujir de las cosas, cuando respiran hondo, sea un secreto de nuestro destino. O algo así, la verdad es difícil entender al Dr. Quimeras.



[1] Podría ser pesimismo o justificación, ese es el sentido que se esconde detrás de la palabra "natural" o "naturaleza" en los estudios sobre la humanidad y sus prácticas.