"Éramos poco y..."


Si tuviera que titular la semana diría “Ojo que se viene”, “No está muerto quien pelea” o “Éramos poco y parió la abuela”. Desde el discurso inaugural de la Rural hasta la reunión de la UIA y la AEA, fue la semana que eligieron todos los sectores más importantes de la derecha para expresarse.
Nos enteramos por los diarios La Nación y Ámbito Financiero que Magneto, CEO del Grupo Clarín, ofició de anfitrión; los invitados: Duhalde, Macri, De Narváez, Solá y Reutemann (el orden no corresponde a un abonado en servicio).
Que el CEO de Clarín los reciba en su casa y que se haga público el encuentro deja varias cuestiones para analizar. En primer lugar, es una fuerte señal para todo el arco opositor, hace tiempo que Cobos dejó de ser el preferido. Además de su inconstante ubicación política, es muy probable que pierda una interna con Alfonsín (Jr.). No olvidemos que en la UCR le decían que era un traidor por irse con los Kirchner (lo expulsaron de por vida, pero la vida es algo tan relativo...); ahora son los propios Kirchner quienes lo califican de la misma manera. Es decir, nombrar a Cobos traidor es casi una política de Estado consensuada entre el oficialismo y la primera oposición, aún cuando algunos guardan más decoro y no utilizan un adjetivo como primer nombre en lugar de Cleto. Al establishment no le importan éstas idas y venidas mientras que el futuro candidato garantice negocios y estabilidad política; por eso mismo la reunión fue con el peronismo federal (ó Alí Babá y los cuarenta ladrones, como ud. prefiera llamarlos). Algo es seguro, en la cena se habló de candidaturas para el 2011. En segundo lugar, es absolutamente claro que el Grupo Clarín actúa en política y que defiende sus intereses como cualquier empresa. En cuanto a la verdad u objetividad periodística, hace mucho que no tienen miedo en editar, mentir, inventar o manipular información para intentar asegurar o salvar sus negocios. ¿Cuánto tiempo se necesita para que todos estén al corriente de las intenciones y métodos de Clarín? ¿Será que eso ya sucedió y mucha gente está parada donde realmente prefiere, es decir, del lado de un grupo económico? Otra vez la indiferencia se parece demasiado a la complicidad.
Otro de los temas de la semana está relacionado con un caso de inseguridad, no vamos a exponer los detalles del caso, ni la investigación. Sólo recordar que siempre que surge un hecho de gran impacto social, también lo hacen los discursos a favor y en contra de más mano dura. Nuestra posición al respecto es por demás clara y directa, la desigualdad produce más violencia que la pobreza. La falta de oportunidades, más una sociedad que mira indiferente la suerte de la mayoría son terreno fértil para asesinatos o delitos con alto grado de violencia. Como siempre, vale recordar algunas cifras: en el año 2009 las causas por homicidios abiertas contra menores sólo representan el 4% del total (esta información la publicó el diario La Nación más de una vez), varios estudios han determinado que el espacio dedicado en los medios argentinos al tema inseguridad sobrepasa en porcentaje al de Colombia (por nombrar el caso más llamativo, hablamos de un país que sufre una guerra interna y donde los asesinatos son moneda corriente). Eso no quiere decir que no debemos preocuparnos, todo lo contrario, mientras más tiempo dejemos a la mayoría de la población expuesta a otros tipos de inseguridad, ésta seguirá creciendo. Hablamos de inseguridad en términos habitacionales, de salud pública, educación; en otras palabras, las herramientas necesarias para desarrollar una vida digna. Para completar la idea citamos el artículo “La policía, socio y árbitro de los negocios criminales”, de Marcelo Sain, publicada en Le Monde de Julio. Allí el autor dice que “La recaudación ilegal de dinero por parte de la policía ha formado parte de la institución desde sus orígenes (…) Sólo era aceptable el dinero proveniente del juego clandestino, la prostitución y la regulación de actividades prohibidas de menor porte.” La administración de ese dinero contaba con gran tolerancia por parte de la sociedad, porque era la forma de mantener la operatividad policial. Pero “Dentro de la policía, el repudio al delito, los delincuentes y el dinero generado por éstos mediante sus acciones criminales era generalizado (…) Esta moralidad comenzó a licuarse a lo largo de la última dictadura militar y se diluyó por completo en los últimos años.” Desde entonces, a la caja tradicional se sumaron fondos “provenientes del narcotráfico, los desarmaderos, los piratas del asfalto, el robo de ganado y los secuestros.” Además de la trata de personas, obviamente. Todo esto nos hace decir: cuidado a quién le pedimos que nos proteja. Las cárceles se llenan de pobres, los pibes mueren en esa especie de pena de muerte paralela que es el gatillo fácil y, sin embargo, la inseguridad aumenta. No son balas lo que se necesita.
Para finalizar, el viernes se cumplieron 65 años de la bomba nuclear en Hiroshima. Se calcula que con el paso del tiempo la cifra de muertos llegó a 400.000 personas. Es imposible tomar dimensión del horror que vivió la humanidad en esos días. Por ese motivo, es poco claro de entender qué o cómo sucedió que el único país que utilizó armas nucleares, y el que más utilizó armas químicas, se haya transformado en el parámetro moral y ético del mundo. Sólo con mirar la foto nos quedamos sin palabras, nunca más.