Editorial - persuasión.

Esta vez nos ocuparemos de la palabra persuasión pero, antes de empezar, necesitamos saber su origen. Existen tres posibilidades: religión, naturaleza o humanidad.

Para no hablar por boca de ganso decidí investigar en profundidad porque, siguiendo con el costado zoo, no es moco de pavo lo que vamos a decir. Ya que estamos, comencemos por la naturaleza. La metodología utilizada para la investigación fue: dormir todas las noches escuchando documentales con la intención de descubrir algún indicio de persuasión en el reino animal. Pocas veces se comprende a los científicos y así lo demuestran los gritos de mi amada que, chancleta en mano, me invitaba a irme al comedor o bien que apagara la tele. Pero bue, dejemos los aspectos personales y vayamos a los resultados. Lo más cercano a la persuasión fue una escena donde se veía a un león mostrar sus dientes a una gacela (es posible que en ese momento haya cabeceado porque…), luego observé cómo la familia del león se daba un festín de gacela. Tomé nota de lo sucedido y, a la mañana siguiente, me fui al zoológico para comprobar mis observaciones. Al señor de la puerta traté de convencerlo para pasar gratis pero, en todo momento, me miraba de reojo esperando que confesara mi borrachera. Sin más remedio, acepté pagar la entrada como cualquier cristiano. Cuando encontré al cuidador de leones y le informé sobre mis observaciones me respondió: "Ud. tiene toda la razón, como a nosotros nos interesa mostrar a las dos especies no dejamos que se mezclen, no sea cosa que todas las gacelas se persuadan de que es mejor dejar esta vida para transformarse en vermut de leones". Dicho esto, acomodó la bombilla en el mate, se dio media vuelta y, con su mano libre, se golpeó la frente.

Contra lo que supone la mayoría, el zoológico no es un lugar amable para la inquietud científica. Sí me pareció reconocer en la respuesta un intento de persuasión. Supuse que estaba catalogando mi inteligencia de una manera vil, pero no me gusta sospechar de los desconocidos así nomás. Por tanto, orienté mis pasos hasta la iglesia más cercana.Una vez en el confesionario, el cura escuchó mis experiencias de vida, aquellas noches en las cuales no veía documentales, más bien cine ficción pero con humanos que al actuar comprometían todo su ser y, a veces, el tras-ser (detrás del ser). Primero me pidió que le comentara algunas escenas con lujo de detalles, me pareció que sus preferidas eran las que incluían a monjas y monaguillos, supongo que por algún correlato religioso. No lo sé, pero una vez que acabó (de escuchar) me obligó a rezar dos padres nuestros y a regresar el lunes siguiente con más escenas para contarle. Sorprendido acaté sus órdenes en cuanto a los rezos, pero como las escenas de monaguillos no son mis preferidas decidí no volver a visitarlo. Sin embargo para algo sirvió, en ningún momento sentí que estuviera persuadiéndome de creer en algo. Por tanto, descartamos como origen posible de la persuasión a la naturaleza o la religión.

Nos queda por investigar el posible origen humano de la palabra persuasión y, por fin, descubrir algunos de sus aspectos más significativos. Como buen ciudadano de este mundo post moderno, lo primero que hice fue googlear persuasión, el resultado me sorprendió. La primer opción era: “este mundo se ha convertido en una kermes, en una feria ambulante, todo en él es mercancía. La persuasión marketinera es hija de este mundo (…) Nos ofrecen variantes pero ninguna de ellas es la posibilidad de negar a todas, está claro que debemos reproducir ésta situación sin más…” Obviamente se trata del blog de un zurdito cualquiera. Pero como a veces me caen bien, me dispuse a pensar en esa hipótesis. Antes de que me olvide, el resto del blog estaba dedicado a pronosticar la inmediata caída del sistema capitalista, por tanto si alguien tiene acciones de una empresa líder sabe que es el momento de conservarlas porque aumentarán su valor en breve. Dicho esto, pasemos a lo nuestro. La persuasión sería la forma utilizada por los publicistas para orientarnos a comprar sus productos. Algunas de las tácticas elegidas son: mostrar que ese artículo es necesario según nuestra escala de valores o ética; hipnotizar al espectador con la versatilidad de, por ejemplo, una pava eléctrica en un campamento o para guardarse debajo de la cama; informar sobre la conveniencia del producto por su relación costo-beneficio; etc. Pese a lo heterodoxo de las opciones hay algo que subyace: en todas ellas se intenta crear o fabricar una realidad que transforme al producto en irremplazable. Ahora bien, si alguien asume para sí el derecho de crear una realidad es porque detenta una situación de poder con respecto al receptor. Es decir (aclaro que es algo complicado): le quita por un momento la subjetividad al receptor –por no darle la posibilidad de elegir o hablar-, lo transforma en objeto o cosa –cuya característica es sólo asimilar la publicidad- y, luego, lo devuelve sujeto con la intención de que, ahora sí, una vez asimilada la publicidad y/o necesidad, decida comprar el artículo en cuestión. La ecuación es la siguiente: sujeto + publicidad que lo transforma en sujeto pasivo o cosa= sujeto persuadido de una realidad y/o necesidad. Recién ahí puede ejercer su derecho de elección, obviamente ninguna de las posibilidades es negar a todas.