El MSN y sus consecuencias

Que los medios de comunicación producen sentido es algo aceptado hasta por los más agnósticos. Sin embargo, los científicos han ignorado una nueva forma de producción, a saber: los comentarios que acompañan a los nicks en el MSN. Esta editorial dará cuenta de ellos.

Hablamos de producción porque la realidad es de todo, menos huérfana. Por tanto, y en el afán de hallar al culpable, analizaremos los suburbios que rodean a las ideas de nuestros contactos. Si bien el MSN estaba orientado a la comunicación entre seres que mantenían encuentros personales, las distancias, el pésimo sistema ferroviario y la desconfianza que inspiran tantos facinerosos sueltos, transformaron a ésta herramienta en el vínculo humano por excelencia. De tal forma, que los contactos se fueron multiplicando al extremo de ser el único medio entre el ser y la realidad intersubjetiva. Ahora bien, ¿podemos decir que ésta producción de sentido es más democrática que la establecida por los medios de comunicación dominantes? La respuesta es si y no. Si, si las ideas expresadas son auténticas; no, si a esas ideas podemos reconocerle varios padres y ninguna madre. Está comprobado que a los humanos les cuesta concebir ideas propias, más bien son intuiciones o, en el mejor de los casos, interpretaciones.

Dejemos de lado la metafísica de las ideas y vayamos a los ejemplos. En el 60% de los casos, se observa un mensaje esperanzador o buena onda. El pueblo parece advertir que la actitud lo es todo, por tanto se esfuerza en demostrar su conexión simpática con el mundo. En el 15% de los casos, notamos que las personas desean preservar su intimidad mediante códigos que sólo los más cercanos pueden comprender. Paradoja muy siglo XXI, la vida se expone en diferentes redes sociales, pero para mantener la privacidad en lugar de aplicar un filtro más inquietante sobre el desconocido, se lo acepta para luego incomodarlo y/o desconcertarlo. Otro 15% prefiere sucumbir a los encantos de un estribillo o poesía que haría las veces de guía espiritual. Esto nos hace replantear nuestra posición frente a los compositores, suplicando más y mejor profesionalismo a la hora de redactar sus pancartas artísticas. Dicho sea de paso, ¿quién fue el condenado que inventó los celulares con altavoz o los parlantes portátiles?

Nos queda un 10% preocupante, aquellos individuos que enroscados en su lucha cotidiana, sí plantean ideas nquietantes para el sentido común. Uno de mis contactos afirma: “Se puede vivir sin pensar”. Desde que Eva profundizó su sabiduría al precio de parir con dolor y, más que nada, transformarse en un ser mortal, la humanidad pretende ser única en el reino animal por la sola gracia de pensar. Sin embargo en plena época de nihilismo trasnochado, hay personas que reivindican su capacidad de no pensar como algo recomendable. De todas formas, podemos asumir que en realidad dicha persona sí piensa y sus conclusiones no son agradables. Su espíritu está atrapado en plena crisis existencial, de esas que nos obligan a sumarnos a cuanto bondi destructivo pase cerca. En otras palabras, el pensamiento nunca fue un problema, lo censurable son sus conclusiones y más si éstas están orientadas o satisfechas con “lo que debería ser”.